Cuando
cualquier alumno/a se enfrenta a un nuevo aprendizaje, ya sea el de una nueva
operación matemática (multiplicaciones, divisiones, ecuaciones, etc.), una
nueva regla ortográfica (signos de acentuación, puntuación, etc.) o cualquier
nuevo contenido en otra disciplina, lo más común es que suela cometer algunos
errores antes de desarrollar un conocimiento adecuado de estos nuevos
conceptos. Por lo tanto, es indiscutible que el error, o la existencia de momentos
de fallo o fracaso durante el proceso de aprendizaje es algo real e inherente
al mismo aprendizaje.
Nadie
está exento de errores mientras aprende algo nuevo, independientemente del
contenido de este aprendizaje. La
aparición de errores forma parte del mismo aprendizaje. Sin embargo, no
todos somos iguales, y cada persona puede vivir esta experiencia de fallo de un
modo diferente y reaccionar con una actitud más positiva o negativa ante él.
El modo en el que el alumno/a afronte este
momento puede ser crucial para su aprendizaje actual y futuro, afectando a su
propia experiencia de éxito o de fracaso ante aprendizajes similares sucesivos.
Para ilustrar las actitudes por las que puede optar un alumno/a ante las
experiencias de error o fracaso durante el aprendizaje me gustaría exponer el
siguiente relato e invitar a la reflexión acerca de su contenido:
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Un día, un niño vio cómo un elefante de circo,
después de la función, era amarrado con una cuerda a una pequeña estaca
clavada en el suelo. Se asombró de que un animal tan corpulento no fuera
capaz de liberarse y de que, además, no hiciera el más mínimo esfuerzo para
conseguirlo. Decidió preguntar al hombre que lo cuidaba y éste le respondió:
“Es muy sencillo. Cuando era pequeño, ya lo amarramos a esta estaca. Entonces
intentó liberarse, pero aún no tenía fuerza hacerlo. En un determinado
momento, dejó de intentarlo. Ahora no es consciente de su fuerza, puesto que
no la ha puesto a prueba. Al creer que no es posible, ya ni lo intenta.
Fíjate ahora, con su fuerza, no tendría problema alguno para liberarse, pero
vive atado a algo que sólo está en su imaginación”
Autores: María Mercè y Jaume Soler
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En
este relato, la experiencia repetida de fracaso o error hace que el elefante
acabe desistiendo de intentar de nuevo soltarse de su cuerda y ser libre.
Adaptando este relato al ámbito educativo podemos llegar a conclusiones
interesantes. Qué pasaría en el alumnado que cada vez que se enfrenta a una
determinada actividad o a un nuevo aprendizaje se encuentra con que no le sale
como él esperaba. Muy probablemente acabará desistiendo, al igual que nuestro
elefante.

¿Cómo
podemos evitar que este fenómeno acabe afectando negativamente a nuestro alumnado? dándole importancia al
desarrollo de una habilidad, la habilidad
de gestionar adecuadamente los fracasos. Claramente, no todo el mundo los
gestiona igual. Algunos/as se desaniman muy pronto al encontrar obstáculos en
la tarea que le dificultan alcanzar los objetivos de la misma, otros se ven
frustrados y rechazan las actividades, puesto que le generan inestabilidad
emocional, otros responden con rabia, otros restan importancia al valor del
aprendizaje, adoptando una postura pasiva, y por otro lado, existen alumnos/as,
que se motivan ante ellos, gestionan adecuadamente sus emociones ante el error
y aprende a continuar en la tarea y ser persistente hasta alcanzar el objetivo.
Estamos
viendo diferentes actitudes ante el error, que claramente, marcarán el éxito
final o el fracaso en la realización de una determinada actividad o aprendizaje
concreto. Cuando un alumno/a aprende a gestionar adecuadamente sus errores
pondrá en marcha ante estas situaciones un conjunto de estrategias que le
permitirán afrontar con éxito el aprendizaje.
Ante
esta realidad nos encontramos con un problema. La escuela en muchas ocasiones
no presta la atención necesaria a la gestión de estos errores durante el
aprendizaje, a pesar de la importancia que podemos deducir que realmente tiene.
La
capacidad de gestionar estos fracasos se postula como una habilidad fundamental
a desarrollar entre las capacidades del alumnado, y debería convertirse en uno
de los objetivos de la escuela actual, con el fin de adaptarse a una sociedad
moderna que necesita de personas con capacidad de respuesta y flexibles para
amoldarse a los rápidos cambios que en ella se van produciendo constantemente.
Como
a este elefante, desde pequeño los niños y niñas están expuestos a la
posibilidad de no alcanzar determinadas metas que para él se proponen tanto en
la escuela como en cualquier ámbito de la vida cotidiana, encontrando en muchas
ocasiones que sus respuestas y su esfuerzo no alcanza el resultado que tanto
desearía. Por este motivo, la gestión emocional de estos errores y la actitud
activa y positiva ante ellos es fundamental, ya que no sólo afecta a la
capacidad de afrontamiento de dificultades o problemas en el ámbito educativo,
sino también en cualquier otro ámbito de la vida
Las
experiencias de fracaso o de los errores que van cometiendo a lo largo de su
vida pueden convertirse en una fuente del aprendizaje. Comúnmente se dice que
aprendemos de nuestros errores, pero para ello, hay que saber actuar y
reflexionar ante ellos. Si encuentro una dificultad y cometo un error, no
arreglo nada desmoralizándome, comparándome con mis compañeros/as que si
llegaron a la solución del problema, sintiéndome un estúpido por no conseguirlo
y volviendo a repetir los mismos pasos que me llevaron a la solución errónea.
Sin embargo, si ayudará aprender a relajarse, reflexionar acerca de donde pude
cometer el fallo, pedir explicaciones al profesor/a, confiar en mis capacidades
para conseguirlo, animarme durante el ejercicio y valorar el resultado al que
llegue, siempre volviendo a reflexionar acerca de aquello que he modificado y
me ha dado el resultado satisfactorio que esperaba. El desarrollo de esta
actitud ante el aprendizaje fomenta valores como la constancia, la
perseverancia y el esfuerzo.

Estos
son ejemplos de estrategias que ayudan a afrontar las experiencias de error o
fracaso de forma emocionalmente sana en el aprendizaje. Favoreciendo no sólo el
desarrollo de una estrategia de afrontamiento adecuada ante posibles fracasos
en el colegio o en otro ámbito de la vida cotidiana, sino también a desarrollar
una actitud emocional positiva ante las diferentes piedras que el alumno/a
puede encontrar a lo largo de su vida.
Para fomentar una gestión emocional adecuada de
los errores durante el aprendizaje podemos transmitir a nuestro alumnado
algunas instrucciones que le permitirán cambiar el modo en el que ven estos
errores de aprendizaje y sus respuestas ante ellos. Estas instrucciones que
debemos inculcar al alumnado pueden ser las siguientes:
ü Aprende
a convivir con los errores, estos forman parte del aprendizaje.
ü Aprende
a partir del error, cada fallo te acerca más al éxito.
ü No
te desanimes, todo esfuerzo tiene su recompensa.
ü Párate
y reflexiona acerca de dónde puede esta el error, no vale volver a repetir los
pasos que te conducen de nuevo a él.
ü Confía
en ti mismo.
ü Cuando
consigas el éxito, repasa los pasos para no olvidarlos.
ü Refuérzate,
date ánimos mientras realizas la actividad y cuando alcances el objetivo.
Por otra parte, para gestionar adecuadamente
el error no es suficiente con estas claves. También es necesario aprender
estrategias que nos ayuden a afrontarlos y resolverlos. Por este motivo, es
necesario fomentar entre el alumnado el aprendizaje de estrategias como el
repaso después de realizar la actividad, revisión, reflexión, fomentar la
concentración durante la misma, así como técnicas de estudio adecuadas que le
permitan aprender eficazmente, además de construir una dinámica de aula que
parta de los principios del aprendizaje significativo.
El alumno/a tiene que aprender a convivir con los
errores y el fracaso, estos forman parte de la vida misma, y la forma en la que
los gestione emocionalmente y responda ante ellos es fundamental para su
aprendizaje y su adaptación al medio social. Por esta razón, se debe favorecer
en el aula el desarrollo de habilidades (emocionales y académicas) para la gestión
de los errores, que permitan al alumnado mejorar su aprendizaje y su vida
emocional y social.

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