jueves, 15 de mayo de 2014

Gestión de los errores durante el aprendizaje

Cuando cualquier alumno/a se enfrenta a un nuevo aprendizaje, ya sea el de una nueva operación matemática (multiplicaciones, divisiones, ecuaciones, etc.), una nueva regla ortográfica (signos de acentuación, puntuación, etc.) o cualquier nuevo contenido en otra disciplina, lo más común es que suela cometer algunos errores antes de desarrollar un conocimiento adecuado de estos nuevos conceptos. Por lo tanto, es indiscutible que el error, o la existencia de momentos de fallo o fracaso durante el proceso de aprendizaje es algo real e inherente al  mismo aprendizaje.


Nadie está exento de errores mientras aprende algo nuevo, independientemente del contenido de este aprendizaje. La aparición de errores forma parte del mismo aprendizaje. Sin embargo, no todos somos iguales, y cada persona puede vivir esta experiencia de fallo de un modo diferente y reaccionar con una actitud más positiva o negativa ante él.

 El modo en el que el alumno/a afronte este momento puede ser crucial para su aprendizaje actual y futuro, afectando a su propia experiencia de éxito o de fracaso ante aprendizajes similares sucesivos. Para ilustrar las actitudes por las que puede optar un alumno/a ante las experiencias de error o fracaso durante el aprendizaje me gustaría exponer el siguiente relato e invitar a la reflexión acerca de su contenido:

Un día, un niño vio cómo un elefante de circo, después de la función, era amarrado con una cuerda a una pequeña estaca clavada en el suelo. Se asombró de que un animal tan corpulento no fuera capaz de liberarse y de que, además, no hiciera el más mínimo esfuerzo para conseguirlo. Decidió preguntar al hombre que lo cuidaba y éste le respondió: “Es muy sencillo. Cuando era pequeño, ya lo amarramos a esta estaca. Entonces intentó liberarse, pero aún no tenía fuerza hacerlo. En un determinado momento, dejó de intentarlo. Ahora no es consciente de su fuerza, puesto que no la ha puesto a prueba. Al creer que no es posible, ya ni lo intenta. Fíjate ahora, con su fuerza, no tendría problema alguno para liberarse, pero vive atado a algo que sólo está en su imaginación”

Autores: María Mercè y Jaume Soler


En este relato, la experiencia repetida de fracaso o error hace que el elefante acabe desistiendo de intentar de nuevo soltarse de su cuerda y ser libre. Adaptando este relato al ámbito educativo podemos llegar a conclusiones interesantes. Qué pasaría en el alumnado que cada vez que se enfrenta a una determinada actividad o a un nuevo aprendizaje se encuentra con que no le sale como él esperaba. Muy probablemente acabará desistiendo, al igual que nuestro elefante.

¿Cómo podemos evitar que este fenómeno acabe afectando negativamente a  nuestro alumnado? dándole importancia al desarrollo de una habilidad, la habilidad de gestionar adecuadamente los fracasos. Claramente, no todo el mundo los gestiona igual. Algunos/as se desaniman muy pronto al encontrar obstáculos en la tarea que le dificultan alcanzar los objetivos de la misma, otros se ven frustrados y rechazan las actividades, puesto que le generan inestabilidad emocional, otros responden con rabia, otros restan importancia al valor del aprendizaje, adoptando una postura pasiva, y por otro lado, existen alumnos/as, que se motivan ante ellos, gestionan adecuadamente sus emociones ante el error y aprende a continuar en la tarea y ser persistente hasta alcanzar el objetivo.

Estamos viendo diferentes actitudes ante el error, que claramente, marcarán el éxito final o el fracaso en la realización de una determinada actividad o aprendizaje concreto. Cuando un alumno/a aprende a gestionar adecuadamente sus errores pondrá en marcha ante estas situaciones un conjunto de estrategias que le permitirán afrontar con éxito el aprendizaje.

Ante esta realidad nos encontramos con un problema. La escuela en muchas ocasiones no presta la atención necesaria a la gestión de estos errores durante el aprendizaje, a pesar de la importancia que podemos deducir que realmente tiene.

La capacidad de gestionar estos fracasos se postula como una habilidad fundamental a desarrollar entre las capacidades del alumnado, y debería convertirse en uno de los objetivos de la escuela actual, con el fin de adaptarse a una sociedad moderna que necesita de personas con capacidad de respuesta y flexibles para amoldarse a los rápidos cambios que en ella se van produciendo constantemente.

Como a este elefante, desde pequeño los niños y niñas están expuestos a la posibilidad de no alcanzar determinadas metas que para él se proponen tanto en la escuela como en cualquier ámbito de la vida cotidiana, encontrando en muchas ocasiones que sus respuestas y su esfuerzo no alcanza el resultado que tanto desearía. Por este motivo, la gestión emocional de estos errores y la actitud activa y positiva ante ellos es fundamental, ya que no sólo afecta a la capacidad de afrontamiento de dificultades o problemas en el ámbito educativo, sino también en cualquier otro ámbito de la vida

Las experiencias de fracaso o de los errores que van cometiendo a lo largo de su vida pueden convertirse en una fuente del aprendizaje. Comúnmente se dice que aprendemos de nuestros errores, pero para ello, hay que saber actuar y reflexionar ante ellos. Si encuentro una dificultad y cometo un error, no arreglo nada desmoralizándome, comparándome con mis compañeros/as que si llegaron a la solución del problema, sintiéndome un estúpido por no conseguirlo y volviendo a repetir los mismos pasos que me llevaron a la solución errónea. Sin embargo, si ayudará aprender a relajarse, reflexionar acerca de donde pude cometer el fallo, pedir explicaciones al profesor/a, confiar en mis capacidades para conseguirlo, animarme durante el ejercicio y valorar el resultado al que llegue, siempre volviendo a reflexionar acerca de aquello que he modificado y me ha dado el resultado satisfactorio que esperaba. El desarrollo de esta actitud ante el aprendizaje fomenta valores como la constancia, la perseverancia y el esfuerzo.
Estos son ejemplos de estrategias que ayudan a afrontar las experiencias de error o fracaso de forma emocionalmente sana en el aprendizaje. Favoreciendo no sólo el desarrollo de una estrategia de afrontamiento adecuada ante posibles fracasos en el colegio o en otro ámbito de la vida cotidiana, sino también a desarrollar una actitud emocional positiva ante las diferentes piedras que el alumno/a puede encontrar a lo largo de su vida.

Para  fomentar una gestión emocional adecuada de los errores durante el aprendizaje podemos transmitir a nuestro alumnado algunas instrucciones que le permitirán cambiar el modo en el que ven estos errores de aprendizaje y sus respuestas ante ellos. Estas instrucciones que debemos inculcar al alumnado pueden ser las siguientes:

ü  Aprende a convivir con los errores, estos forman parte del aprendizaje.

ü  Aprende a partir del error, cada fallo te acerca más al éxito.

ü  No te desanimes, todo esfuerzo tiene su recompensa.

ü  Párate y reflexiona acerca de dónde puede esta el error, no vale volver a repetir los pasos que te conducen de nuevo a él.

ü  Confía en ti mismo.

ü  Cuando consigas el éxito, repasa los pasos para no olvidarlos.

ü  Refuérzate, date ánimos mientras realizas la actividad y cuando alcances el objetivo.

 Por otra parte, para gestionar adecuadamente el error no es suficiente con estas claves. También es necesario aprender estrategias que nos ayuden a afrontarlos y resolverlos. Por este motivo, es necesario fomentar entre el alumnado el aprendizaje de estrategias como el repaso después de realizar la actividad, revisión, reflexión, fomentar la concentración durante la misma, así como técnicas de estudio adecuadas que le permitan aprender eficazmente, además de construir una dinámica de aula que parta de los principios del aprendizaje significativo.


El alumno/a tiene que aprender a convivir con los errores y el fracaso, estos forman parte de la vida misma, y la forma en la que los gestione emocionalmente y responda ante ellos es fundamental para su aprendizaje y su adaptación al medio social. Por esta razón, se debe favorecer en el aula el desarrollo de habilidades (emocionales y académicas) para la gestión de los errores, que permitan al alumnado mejorar su aprendizaje y su vida emocional y social.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Cómo favorecer el desarrollo social y afectivo de nuestros hijos/as

Antes de profundizar en claves o estrategias concretas para favorecer el desarrollo socio-afectivo, es conveniente que se explique qué entendemos por este término y el porqué de la importancia de su educación desde casa.

Cuando hablamos de desarrollo socio-afectivo estamos haciendo referencia a las capacidades del niño/a de relacionarse con los demás, adaptarse al entorno social donde vive, reconocer sus propias emociones, expresarlas de forma que los demás le entiendan, reconocer las emociones en los otros, actuar de forma consecuente a ellas y gestionar sus emociones, como la frustración, ansiedad, miedo o alegría.

Esta educación, desde mi punto de vista, es igual de importante o más que la educación académica. Me explico mediante algunos ejemplos. Imaginemos una joven que ha pasado el último año estudiando todos los temas necesarios para presentarse a unas oposiciones, con una memoria impresionante y una disposición para el estudio muy buena. Sin embargo, cuando llega la fecha del examen, entra por la puerta del aula donde debe realizarlo, contempla el barullo de gente que se presenta, se sienta en su sitio y comienza a bloquearse y sentir ansiedad ante la situación, de forma que cuando le ponen el examen delante es incapaz de plasmar en él todo lo que sabe o incluso se pone tan nerviosa que decide abandonar.

Como podéis ver, en este caso la capacidad intelectual y la habilidad académica no ha sido suficiente para afrontar con éxito esta situación. Sin embargo, otro alumno/a más mediocre, pero con capacidad de gestionar y controlar las emociones que le inundan en ese momento crucial de su vida, sacará más partido del examen, plasmando su calma y conocimientos más bien explicados y expuestos que los de la otra estudiante del ejemplo. Por lo tanto, estaremos de acuerdo en que la inteligencia emocional y esta capacidad de gestionar y reconocer las emociones son una parte importante para el desarrollo y el éxito.

Imaginemos ahora a un alto ejecutivo que llega a una gran multinacional avalado por sus brillantes notas durante su licenciatura y con varios máster. Si este alto ejecutivo es incapaz de gestionar los conflictos que surgen entre sus subordinados, no responde de forma respetable a sus compañeros, no sabe resolver las disputas y genera tensión entre las personas que le rodean debido a sus escasas habilidades sociales y su escasa capacidad para reconocer las emociones y las necesidades de los demás, dudo mucho de que su duración en el cargo que ocupa sea muy prolongada.

En ambos ejemplos estamos ante personas muy bien formadas académicamente, pero no muy sanas en sus emociones y habilidades para las relaciones sociales, que le suponen una barrera para alcanzar los objetivos que se plantean.

Si estamos de acuerdo en que fomentar el desarrollo social y emocional de nuestro hijo o hija es importante, podemos continuar con una serie de claves para contribuir al su mejora.

  •  Somos modelos para nuestros hijos/as.

La primera clave es reconocer que somos modelos para nuestros hijos/as. La forma en la saludamos a una persona cuando nos la encontramos por la calle, las muestras de afecto que le dediquemos, la forma de responder respetuosamente, expresar nuestro disgusto ante alguna expresión o palabra con la que no estemos de acuerdo o nos moleste, etc. todo ello lo absorben los niños/as. Somos sus referentes, y la forma en la que nos comportemos en nuestras relaciones sociales serán imitadas por ello posteriormente en sus relaciones con sus compañeros, tanto en el centro educativo como fuera de él.

La forma en la expresemos nuestras emociones en casa, la muestras de afecto a nuestra pareja, la forma en la que reaccionemos a sus críticas, ya sea de forma sumisa, agresiva o respetuosa, etc. serán también cogidas como modelo para sus relaciones con los compañeros por los niños/as.

En el refranero popular hay una expresión muy común que en este momento viene como anillo al dedo, este refrán dice simplemente: “de tal palo, tal astilla”, y es que realmente es así, nuestros hijos/as acaban comportándose en función de los modelos a los que se exponen, es decir, en la mayoría de las ocasiones a sus padres o madres. Por lo tanto, si se quiere que nuestro hijo/a aprenda habilidades sociales y emocionales debemos exponer ante ellos ejemplos de habilidades sociales y emocionales adaptativas que le permitan desenvolverse con éxito en las distintas situaciones que se les presente.
  • Espacio/tiempo de comunicación afectiva.

Es recomendable dejar un momento determinado del día para hablar con nuestro hijo/a, en un ambiente calmado, sentado en el sofá por ejemplo, quizás con contacto físico con él, como caricias al pelo o abrazado según la edad. Solo para hablar, no para jugar de mientras ni nada, sino que la actividad sea hablar.


Durante este periodo de comunicación no preguntar exclusivamente ¿qué has hecho hoy?, sino también preguntar ¿cómo te has llevado con tus compañeros? ¿Algún problema? ¿Cómo lo solucionaste? En este momento le podemos proponer soluciones alternativas a la que él realizó. Parece una tontería, pero esto le permite valorar que hay otros puntos de vista de los problemas, diferentes formas de resolverlos con consecuencias diferentes, ayudando a percibir el punto de vista de los demás y a pensar antes de actuar en las consecuencias que le puede plantear tal o cual conducta, venciendo poco a poco el egocentrismo infantil. Esta capacidad de empatizar con los demás es muy importante para la gestión y autocontrol emocional.

Además de estas preguntas, es recomendable incidir en otra como ¿cómo te sentiste? A través de ella le obligamos a pensar en las emociones, a intentar discriminarlas, reconocerlas y cómo le han afectado en la situación. Capacidades que como dijimos anteriormente son básicas para el desarrollo emocional sano.

Además debemos reconocer el potencial de hablar de nuestras emociones como labor canalizadora, con el fin de aliviarnos y desahogarnos. Hay una cita del cuento de Robin Hood, donde el propio protagonista dice a uno de sus seguidores: “habla libremente y revélanos tus cuitas. El fluir de las palabras apacigua el corazón de quien sufre, es como abrir las compuertas cuando el embalse amenaza con desbordarse”, mostrando lo que aquí venimos diciendo, la importancia de hablar de sentimientos y emociones.

Con estos momentos estamos entrenando a nuestros hijos es salud emocional, expresión de emociones, reconocimiento, etc, habilidades que si no se entrenan corren el riesgo de no aprenderse.  

  •  Importancia del juego.

Durante el juego los niños/as tienen la capacidad de imaginar situaciones en las que son desde profesores/as hasta astronautas, y ponen de manifiesto, además de una impresionante imaginación, determinadas expresiones emocionales, comportamiento o problemas que deben resolver durante el mismo.

La gestión de las diferentes situaciones que se le plantean durante el juego puede ser un vehículo fundamental para el aprendizaje del niño/a de habilidades emocionales. Lo expongo mediante ejemplos que nos darán a entender el potencial del juego para el desarrollo emocional de nuestros hijos/as.

Imaginemos que jugamos con nuestro hijo/a a los maestros/as en casa, y en un momento nos dice “pues ahora yo estaba enfadado porque no me salía el problema de matemáticas”. Nos encontramos ante una situación imaginaria en la que el niño/a nos presenta un problema que habrá que afrontar. Ante esta situación le decimos: “no te preocupes, tienes que intentarlo de nuevo, tu eres muy inteligente y te saldrá”, el niño/a ante estas palabras vuelve a intentarlo y simula lo bien que le ha salido.

Imaginemos ahora que nuestro hijo/a encuentra, algunos días después una situación similar en la vida real, durante su clase de matemáticas, y viendo que un problema no le sale bien, recuerda las palabras de su padre o madre diciéndole lo listo que es, ¿qué creéis que hará? Probablemente lo intentará hasta que consiga resolverlo con éxito.

Parece una situación un poco tonta, pero debemos saber que la motivación se aprende. Los niños/as no saben motivarse a sí mismos para continuar y persistir en una tarea y revolverse ante la frustración que le puede suponer no alcanzar sus objetivos. La motivación la aprenden primero desde fuera, por lo tanto los padres deben actuar ante situaciones de este tipo como si sus hijos/as fueran buzones, donde de vez en cuando hay que meter cartas donde pongan frases de ánimo que el propio niño/a con el paso del tiempo vaya interiorizando y aprenda a decírselas a sí mismo cuando se encuentre ante momentos que minen su moral.

Pensemos en el ejemplo contrario, ahora nuestro “niño-buzón” solo ha recibido palabras del tipo, “este niño es tan melón como su padre”, “eres muy torpe”, “con esta actitud no llegarás lejos” etc. que le han ido introduciendo tanto padres, como profesores y compañeros a lo largo de su etapa escolar. ¿Cómo creéis que se enfrentará este alumno ante el mismo problema de matemáticas? Claramente justificará su falta de éxito por las razones que ha ido aprendiendo.

Por lo tanto, durante el juego se pueden transmitir valores, emociones y patrones de automotivación que favorecen el desarrollo emocional del niño/a, además de tener numerosas capacidades potenciales.

  •  Casas democráticas.

En las casas deben existir unas normas claras que los niños y niñas deben cumplir y que dependiendo de su edad pueden ir desde hacer la cama y recoger la mesa, hasta dedicar al menos algunas horas al estudio diarias.

Estas normas deben ser claras y precisas, y nos debemos asegurar que los niños/as las entienden y se comprometen con su cumplimiento. Este compromiso es fundamental, ya que puede ser que el niño reconozca las normas, pero decida saltarlas. Para evitar problemas de este tipo puede ser recomendable la construcción democrática de estas normas, donde la participación del niño/a sea tenida en cuenta y se valoren sus aportaciones. De esta forma se sentirán parte de las mismas y no como algo que se les ha impuesto necesariamente desde fuera.

Además de esta forma de elaborarlas, debemos tener en cuenta que estas normas deben ser expuestas en forma positiva del tipo “se hace tal cosa” y no “prohibido hacer tal otra” y se prestará atención a que sean lo más concreta posible, huyendo del típico “pórtate bien” que puede confundir al niño/a preguntándose qué es portarse bien en la situación en la que se encuentran en cada momento.

Aclarar qué comportamientos concretos son los esperados por el niño/a en la situación en la que se encuentra puede ser positivo para que el niño/a vaya aprendiendo que su comportamiento y manifestaciones emocionales deben ajustarse a las características de cada situación, mejorando significativamente sus capacidades de adaptación.
  • Prestar atención a los comportamientos aceptados.

Muchas veces los padres pecamos de prestar excesiva atención a aquellos comportamientos de nuestros hijos/as que desaprobamos o consideramos molestos. Por ejemplo, llamamos la atención de nuestro hijo/a, exigiéndole que debe de hacer ruido porque queremos escuchar una noticia que están dando en este momento en la televisión, o que deje de desordenar la habitación que estaba tan bien ordenada anteriormente. Sin embargo, curiosamente no se suele llamar la atención, ni dar elogios o halagos a nuestros hijos/as mientras realizan un comportamiento que consideramos adecuado, como realizar sus tareas solo, jugar tranquilamente y ordenar su habitación después de jugar. Es muy común decir a nuestra pareja mientras el niño/a realiza estas actuaciones “deja a niño/a tranquila ahora que esta callado váyase que lo alteres”, cuando debería ser justo lo contrario. Es en estos momentos cuando debemos prestar atención a nuestro hijo/a y reforzar su comportamiento, con el propósito de que se consolide como habitual y vuelva a repetirse en el futuro. Para reforzar estos comportamientos debemos pararnos un momento y elogiar el comportamiento que está llevando a cabo y halagar su actitud. Con estas acciones el niño/a se siente reconfortado y cada vez que quiera elogios y necesite halagos acudirá a estas acciones que saben que nos gustan y que elogiaremos.

Mediante estas acciones mejoramos el comportamiento de nuestros/as hijos/as a la vez que favorecemos un desarrollo de la autoestima adecuado.

Quizás este fenómeno se produzca porque damos por entendido que son las normas y que los niños/as deben realizarlas sin esperar nada a cambio. Esto es un error muy común, sin embargo no nos paramos a pensar que el niño/a está aprendiendo continuamente y que igual que aprende matemáticas, lengua o inglés debe aprender actitudes sociales y emocionales que le serán muy útiles para su vida adulta y para desenvolverse con éxito en la sociedad. Y estas habilidades se aprenden a partir de la experiencia y la práctica, gracias al apoyo de los padres y de las diferentes instituciones, como estamos viendo a lo largo de este artículo.
  • Cuidado con la sobreprotección.

 Un ambiente abierto que permita que nuestro hijo/a se enfrente a determinadas situaciones sociales, conflictos, etc. le permiten poner en práctica sus habilidades sociales e ir aprendiendo de sus errores, perfilando sus futuras capacidades personales en la vida social y emocional.
Por lo tanto, debemos reconocer que ambientes de sobreprotección, donde el padre o la madre provoca que el niño/a se enfrente a menor número de situaciones sociales donde poner en práctica las habilidades que van aprendiendo, tendrán un desarrollo más lento de las habilidades sociales o no lleguen a desarrollar habilidades sociales correctas que le permitan desenvolverse con éxito en su futuro social.


En caso de que fracase en algunas interacciones con sus compañeros/as no pasa nada, ya que como he dicho anteriormente, le permitirán al niño/a aprender de sus errores y perfilar sus habilidades para futuras relaciones con los compañeros/as. para favorecer este proceso, es recomendable la comunicación afectiva de la que hablábamos en apartados anteriores, la cual le puede permitir reflexionar sobre lo ocurrido, descubrir nuevas alternativas que le recomendemos, empatizar con otros puntos de vista, y en general, a aprender a gestionar mejor sus habilidades sociales y emocionales.

viernes, 3 de enero de 2014

Educar en Navidad

Durante estas fechas navideñas, los niños y niñas viven momentos que les ilusionan y que quedan grabados en su memoria.

Seguro que cada uno de nosotros somos capaces de recordar algún fantástico regalo de reyes que nos encantó y del que disfrutamos mucho, una cena en familia donde nos lo pasábamos bien bromeando y riendo, o una navidad amarga por cualquier motivo, como la muerte de un ser querido ese mismo año, o por cualquier otro problema familiar. Por lo tanto, estaremos de acuerdo en que durante este periodo del año los recuerdos y lo que vivimos queda grabado en nuestra memoria con una importante influencia.

Por esta razón, la educación y los valores que se trasmiten en estas fechas  son muy importantes para el desarrollo de nuestro hijo/a, y en muchas ocasiones influyen fuertemente sobre su comportamiento y la forma de desenvolverse en determinadas situaciones.

La escuela pretende fomentar valores como el trabajo en equipo, la cooperación, resolución pacífica de los conflicto, igualdad de género o coeducación, tolerancia, educación vial, etc. que en estas fechas quedan olvidados, o incluso exponemos ante nuestros hijos/as comportamientos y manifestaciones contrarias a las que acabamos de citar.

A continuación analizamos brevemente algunos de los valores que se fomentan en estas fechas, contrarios a los que la educación escolar pretende desarrollar en su alumnado:

ü  Coeducación e igualdad de género frente a desigualdad de género.

Uno de los valores que pretende fomentar la escuela entre su alumnado es el respeto y la igualdad de género, ayudando a construir una sociedad donde las diferencias de género no supongan hándicaps de ningún tipo.

Los roles de género están profundamente anclados en la sociedad en la que vivimos, donde siguen existiendo puestos de trabajo para mujeres y para hombres, escasas mujeres en puestos de poder en las diferentes empresas e instituciones, donde parece existir un “techo de cristal” que les impide su acceso, o patrones de comportamiento más propios de un sexo u otro, como dedicar el cuidado de los hijos/as a la madre.

Estos patrones están cambiando en la sociedad actual, gracias a la influencia de la escuela y  a que la sociedad es más consciente día a día de estas diferencias de género y pelea por vencerlas.
Sin embargo, los juguetes y los anuncios que los promocionan contribuyen a todo lo contrario, es decir, a mantener los clásicos estereotipos de un sexo u otro.

Es común observar en los anuncios de juguetes el niño o niña al que va dirigido. Si nos paramos un momento, todos nos damos cuenta que obviamente los anuncios de muñecas van dirigidos al público femenino, mientras que los de coches o muñecos de pelea van dirigidos a niños.

Sin embargo, la sociedad actual no refleja esta realidad. Cada vez es más común ver a padres abiertamente implicados en la educación de sus hijos/as, aunque sí es cierto que en la mayoría de las reuniones de padres en los centros educativos son las madres las que participan, pero podemos decir que es una tendencia que va cambiando con el paso del tiempo.

También admitiremos que las mujeres también conducen, ¿Por qué no pueden jugar con coches de juguete? ¿O con scalextric? ¿O con coches de carrera? ¿Acaso las mujeres no conducen? ¿Acaso no hay mujeres pilotos que han sido importantes ejemplos para el mundo del motor, como la recientemente fallecida María de Villota? Es una realidad cuya negación es absurda. Sin embargo, en los anuncio de este tipo de juguetes siempre veremos a un niño manipulándolos, o en caso de que lo manipule una niña, será el típico coche rosa de Barbie. Os animo también a que cojáis alguna revista de juguetes comunes en las casas durante estas fechas y miréis la sección dedicada a coches y motos de batería, veréis como cuando aparece una niña en ellos lo hace en un vehículo de color rosa o, más indignante todavía, como copiloto acompañando a un niño mientras conduce.



Los videojuegos son otra importante fuente que contribuye a mantener unos roles de género sexistas en nuestra sociedad. Ahora son comunes los videojuegos donde se debe cuidar a un perrito, a un caballo, hacer de comer, etc. ¿adivináis que público aparece en el anuncio para promocionarlo, manifestando abiertamente a quién va dirigido? Pues si, a las niñas. Mientras que juegos dedicados a la guerra, los coches y demás se dirigen a un público masculino. Parece que estas actividades no van dirigidas a las mujeres, sin embargo ¿hay mujeres en el ejército y la policía? Pues sí, sin embargo, no he visto aún una muñeca para juegos de lucha o policía, o preparada para carreras de coche.

Todas estas manifestaciones de desigualdad de género no son nuevas, muchos ya las conoceréis, pero os invito a la reflexión acerca de hasta qué punto influye esto en los futuros adultos de la sociedad, y cómo contribuyen a perpetuar un modelo de cultura patriarcal, donde hombre y mujeres tienen unos roles marcados, claramente sexistas.

ü  resolución pacífica de los conflictos frente a resolución violenta.

En la actualidad los juegos de guerra y lucha están muy extendidos entre los usuarios de videojuegos. Es evidente, que éstos transmiten una serie de valores contrarios a la resolución pacífica de los conflictos y el desarrollo de estrategias adecuadas para afrontarlos que intenta transmitir la escuela.


Entran de nuevo en contradicción los valores que transmiten los centros educativos con los que aprenden el niño o niña con estos juguetes.

ü  Cooperación frente a competitividad.

La escuela pretende el desarrollo de una actitud colaboradora y de trabajo en equipo entre el alumnado. Demostrando que el aprendizaje que realiza el alumno/a de forma cooperativa con su grupo de iguales es más efectivo y mejora su rendimiento en mayor proporción que aquel aprendizaje que fomenta la competitividad o el individualismo.

Sin embargo durante estas fechas damos al traste con estos valores que los centros educativos, en mayor o menor medida,  fomentan en el alumnado.

Con la actitud de algunos padres, de regalar muchos juguetes, más que a recibido su compañero/a o amigo/a de clase, o de mayor precio que el resto, fomentan la competitividad y la envidia entre iguales. Se cree entonces que el cariño que le tenemos a nuestro hijo/a es “directamente proporcional” al precio o la cantidad de regalos que le hacemos, cayendo en el error de contribuir a que aprendan valores negativos para su vida, como la competitividad, el consumismo y la creencia de que es más feliz el que más tiene o puede gastar.

ü  Consumo responsable frente a consumismo.

Uno de los valores más relevantes que se transmiten en estas fechas son los valores del consumismo, los cuales suponen un choque profundo con valores como el consumo responsable que forma parte de los objetivos de la acción tutorial, tanto en etapas de primaria como de secundaria.

Con aspectos como los citados en el apartado anterior se pone de manifiesto cómo la actitud de los padres en estas fechas favorece el desarrollo de valores asociados al consumismo, ya que no debemos olvidar el importante modelo que son los padres para sus hijos/as.

También, a través de los medios de comunicación se fomentan valores de este tipo. Si realizamos a un breve zapping por las cadenas de dibujos animados podemos encontrar gran cantidad de serie que reflejan roles de género estereotipados y consumismo extremo. Por ejemplo, las famosas Monsters high, donde las personajes están apegadas y dependientes del novio en algunas ocasiones y están fuertemente obsesionadas con la moda, contribuyendo a forjar valores sexistas y consumistas.



Además de esta serie, si nos paramos a analizar un poco las que nuestros hijos/as ven cada día, podemos observar como transmiten valores que nos preocuparían.

ü  Educación vial y conducción temeraria

Es común el regalo de coches de carreras, scalextric o videojuegos de carreras entre los niños especialmente. En ellos se fomentan valores como la velocidad al volante, las maniobras peligrosas, la escasa atención al peatón, o las escasas consecuencias que supondría un accidente de tráfico tan espectacular como los que se producen generalmente en los videojuegos
.


Todos estos aspectos van en contra de la educación vial y la conducción responsable que se trabaja en la escuela, a través de actividades puntuales en los centros o de forma transversal en algunas asignaturas.


Una vez mostrada las implicaciones de los regalos en estas fechas y los valores que proyectan en nuestro hijo/a, nos preguntaremos: ¿entonces que le regalo a mi hijo/a si todos los juguetes parecen trasmitir valores que afectan negativamente a su educación? Mi respuesta a esta pregunta puede resultar confusa:

Le podemos regalar cualquier juguete, el que queramos o creamos más conveniente. Porque quizás el problema no está en ese objeto, si no el uso que fomentamos de él. De modo que podemos utilizarlos para transmitir los valores contrarios a los que se suponen que fomentan. Y nos preguntaremos ¿cómo podemos hacer esto?

Pueden quedar situaciones un poco cómicas, pero es posible contribuir al desarrollo de valores como la resolución pacífica de conflictos con muñecos de guerra, cargados de armar y bombas. Imaginemos que nuestro hijo juega con estos juguetes y nosotros estamos participando de este juego ¿creéis que es difícil hablarle mientras jugamos de que no se puede pelear con los juguetes siempre? ¿De que los problemas se pueden solucionar hablando? ¿Enseñarle una actitud de empatía, es decir, a ponerse en el lugar del otro con el que discute o pelea? ¿Fomentar que desarrolle estrategias para resolver los problemas eficazmente, afrontarlos y no evitarlos o acceder a la violencia para acabar con ellos? Etc.

En los videojuegos violentos solo nos hace falta mirar la edad y el código de los contenidos que trae el juego, cuyo significado expongo a continuación y que quizás desconocíais:



Las mismas actuaciones podemos emprender con cualquier actividad o juego, fomentando una actitud cívica y vial con juegos de carreras o coches de juguete, una educación en igualdad de género con muñecas o muñecos, etc.

Además, no todos los juguetes fomentan valores como la violencia, sexismo, consumismo, etc. también hay juguetes educativos, como juegos de mesa, que potencian determinadas habilidades en nuestros hijos/as, además de estimularlos mentalmente, o juegos de construcción que contribuyen al desarrollo de la orientación espacial y el fomento de la creatividad.

Para finalizar, me gustaría que nos paráramos a pensar un momento en las condiciones para que el juego enseñe y eduque adecuadamente a nuestro hijo/a. Los ejemplos que hemos comentado brevemente muestran un punto en común, que será la implicación y participación de los padres en el juego.

A veces es muy cómodo dejar que nuestros hijos/as jueguen y se entretengan solos mientras vemos la televisión o hacemos cualquier otra cosa, sin valorar la influencia y el potencial del juego para educar a nuestro hijo y fomentar la construcción de un vínculo afectivo duradero con él. Obviamos que quizás lo importante no es el juguete, sino como se usa o con quién se comparte, olvidándonos que compartir nuestro tiempo con ellos es quizás el mejor regalo que le podemos hacer. Y en estas fechas, disfrutamos de este tiempo para compartir con ellos/as.